GUADALQUIVIR, CUNA DE QUIEN MORÍA...

Sevilla y su Río Guadalquivir (Alberto Márquez Portero).

Como quien se zafa de las manos de la vida
y corre calle abajo y desbocado
así recorre el agua nuestra esencia
sintiendo de las piedras su rodado

Cuántas tardes habrá sentido el RIO que dormía
para despertar una vez más al alba de SEVILLA
qué de historias se contaron en sus orillas
qué de historias, que nadaron y se ahogaron...

Has sido el espejo milenario del amante sevillano
el eterno amigo del mendigo apocado
la tinta inagotable de quien sabe a poesía
has sido, Guadalquivir, cuna de quien moría...
[A ese manto que recorre Sevilla]

QUE SE PARE EL TIEMPO ASÍ, DE PRONTO

Sevilla, en algún momento (Alberto Márquez Portero-2011).

Que se pare el tiempo así, de pronto
que se detengan tus pies al caminar
suspendidas las palabras en el aire
y esa bolsa que se agita al natural

Profunda es la mirada de quien mira
no basta el entregarse al más allá
Si observas ves del mundo sus heridas
que sanan o se infectan de maldad

Que se rompan los relojes para siempre
y las horas se derritan al calor
del fuego de un presente sin pasado
o las brasas del futuro que te abraza

Que nadie se mire la muñeca en su pisar
que la marcha forzada termine en un paseo
que vuelvan las sonrisas y el anciano 'qué tal'
que Sevilla recupere su alma y hermandad
[-violencia y rencor y + respeto y hermandad]

DE LA TARDE QUE AGUARDA SU ADIÓS...

De la tarde que aguarda su adiós
nace un leve golpe de aire
una suerte de viento que alimenta
el olfato y el alma; y que inventa...

Inventa formas diferentes y caricias
a flores que se mecen y adormecen
al tiempo que del sol queda su llanto
al tiempo que hay relevo en lo más alto

De la tarde que aguarda su adiós
amo también sus colores infinitos
cadencia pasajera de sus horas
y el brillo de una lágrima que llora

Que llora y arroja luz sobre la estampa
de un cielo huidizo y timorato:
ahora ofrece destellos entre nubes
ahora se burla y oculta por un rato

De la tarde que aguarda su adiós
colecciono momentos que recuerdo
instantes que a menudo visito, de puntillas
que no despierte el sol, que sueñe maravillas
[A una puesta de sol inolvidable]